miércoles, 30 de noviembre de 2016

Estoy en la portada de Wattpad

Hace poco me llegó un mensaje de uno de los administradores de Wattpad con la noticia de que una de mis obras, sacrificio, está en la SECCIÓN DE DESTACADAS en la PORTADA PRINCIPAL.



Para mí, es un hito porque es la primera vez que se me da algo así de notable en Wattpad mismo, pero también porque no deja de ser curioso que haya sido con un relato que escribí allá por el 2011/2012. Los invito a que me lean. 

Agradecería mucho sus votos y sus comentarios.

Contento. Muy contento.

Y sí, va de terror, zombies... y todo eso.



domingo, 27 de noviembre de 2016

Antonia


Recuerdo la estación porque dormí en trenes viejos.
Recuerdo la maquinaria y el tufo grasoso del vapor,
casi como el dulzón sabor del vistoso crepúsculo
empoderado, cargado de canción y razón.

Recuerdo el vaivén de tu andar por calles azules,
plazas de historia, historias de plazas;
mientras la alameda era para nosotros un tobogán;
después de drogarnos, salíamos a gritar.

Tras de ti, siempre amigo, siempre fiel.
Más que sombra fui tu sinapsis,
aquel meteórico punto de ebullición
que, para con besos tiernos, así, encantados,
-y cargados-, me recuerden a mí mismo, pobre,
pero enamorado.

Recuerdo calle Matta porque allí fue la desazón de tu adiós.
Recuerdo la maquinaria reemplazada por pernos de cristal,
pernos cargados de trajes negros; cuervos cargados de un gorrión.
Casi tan dulce como el cántico de tus besos sonoros,
Pesqué la guitarra y compuse tu adiós.

Recuerdo tu don de locura, tu sonrisa.
Tus labios flacos y tus dientes dorados
que, de una u otra forma, son los colores del destino;
los colores son los mismos que tiñen las luces
de esta ciudad que, en diciembre, extraña el verde del pino.

Tras de ti, siempre compañero.
Tras de ti este fumón.
Que para con tu mirada ida, así,
hoy inventé un par de versos;
que allá, donde estés,
te hagan recordar a Paul.

De noche

Parado en un farol pálido en medio de la noche,
clamaste por mi nombre al momento que alzabas
los brazos, a la distancia.

Era un chiquillo, cero elegancia, mas
las ganas de conquistarte a ti,
mujer de ojos de brillante sin destino.

Me acerqué tímido, y con mis manos congeladas
tomé las tuyas y juntos nos fuimos a esa cabaña,
cabaña que se hizo para nosotros y que guardó
y calló y tragó, para siempre,
lo poco y nada que estuvimos;
lo mucho y demasiado que vivimos;
lo poco y demasiado que sufrimos.

A veces me detengo y te recuerdo.
Pero la sombra de tu existencia es una manzana
que puedo tragar.

Ya no imploro, ya no existo.
Ya se fue ese chiquillo.
Ya soy hombre, ahora olvido.
Ya me ves, no soy Rodrigo.

Te acaricié y te canté,
te escribí versos que no puedo recordar,
cartas que empuñé y pisotee;
te sonreí y te maravillaste de mí,
te escribí un mar de inolvidables,
olas que empuñé y olvidé.

Te besé tímido y con manos congeladas
tomé tu ser y fuiste para mí.
Callé y amé, para aprender a olvidarte.
El cuándo y el cómo te fuiste es mi ayer,
como sombra que me persigue,
como la culpa siniestra que marchita almas
como el camino que tomo,
pero sintiendo que es sin destino,
como lo poco y nada que fuiste, un sinsentido,
como lo mucho y todo que fuiste, un corazón.

Ya no imploro, no existes.
Ya se fue ese chiquillo.
Ya soy hombre, ahora escribo.
Ya me ves, soy Paul, renacido en un vampiro.

Diálogo pasivo


Ahora que me siento frente al fuego,
Tengo un diálogo con cada crepitar.
El capitán de las brasas oye mis quejas,
Y el general de las almas dice no,
No debes escapar.

Del cielo cae el silencio
Y el soplo del viento trae el calor,
Acá, con la tierra y las piedras,
Tenemos un diálogo.
No, no debo escapar.

Le temía a la noche, pero hoy la abraso.
Soy amante de la luna y de la luna negra.
Y de la luna ciega, y de la luna infiel.
Esa luna negra que desaparece
Tras nubes cómplices
Que dicen y saben mucho de todos.

Las polillas vienen de curiosas,
Testigos del porqué me siento frente
A esta enorme roca.
Arañas hambrientas de bichos nocturnos
Preguntan si estoy asando lo poco que
Queda de mí.

Murciégalos cargados de sangre hirviendo
Vomitan a un costado mío,
Y terminan por dormirse al calor
De las brasas,
Tras sobrevivir a la resaca.

Estoy cargado de imágenes,
Y el sahumerio me envuelve;
me convierte en uno más
de los que estamos acá.

Acá las estrellas son enormes
Y pesan más que la opinión
Del último de los cóndores,
En plenas alamedas destrozadas.

Acá la noche es eterna
Y dura más que el orgasmo
Del potro que vino desesperado,
También,
En pleno crepitar de mi fuego,
De mi actuar.

Tengo una fiesta silenciosa
Y los invitados son el viento,
El fuego y el andar.
Los que están de más son
Los que vinieron de paso:
La araña, el murciégalo,
El potro y las sombras,
Los que frente al fuego,
El crepitar,
Buscaron descansar.

Otros, igual que yo,
Los querrían matar,
Pero al ver que me quemo,
Mis compañeros sonríen,
Al ver que puedo danzar.
No soy igual que ellos,
Soy igual que ustedes,
Les digo,
Y si los acepté en mi soledad,
Es que los querré para siempre,
Para siempre
En este crepitar.

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Cordillera

Desde hace un par de semanas que trabajo en Coya. Me quedo solo desde las ocho de la noche hasta las siete del día. El turno me resulta favorable pero, aún así, y pese a todo, el estar despierto cuatro madrugadas de corrido, cansa. Tu mente lo sabe. Tu cuerpo lo sabe. Joder, tu mujer lo sabe. 

Una de las cosas más positivas es que puedo escribir cuanto se me plazca, pues la exigencia es que realice rondas de cuando en cuando. En mi caso, es cada dos horas y hago algunas excepcionales cuando siento algún ruido extraño. Estoy en medio de una oficina llena de documentos administrativos y, a mi espalda, hay una pizarra con números y datos técnicos que no entiendo pero que sólo pueden referirse a temas eléctricomecánicos. Mi trabajo es estar al pendiente de que no entre nadie a las instalaciones, ni que se roben las herramientas, ni todo el cableado que contiene, por cierto, el preciado cobre que con todo el entusiasmo venden los adictos a la pasta base acá, en Rancagua. 

El trabajo este es parecido al que tuve en Chancón, también con el título de nochero y situación que me llevó a escribir la novela memorias, pero, a su vez resulta... distinto. Acá no estoy rodeado de árboles ni de bosques; sino que estoy rodeado de un perímetro enrejado y un portón principal y de inmediato tras de este, se asoma la carretera de Coya y, detrás, unos gigantescos cerros y, detrás, la Cordillera de los Andes. Es extraño pensarlo de esta forma, pero es que estoy a los pies de la cordillera. Existe un punto durante el trayecto al trabajo donde se ve parte de ella y en medio existe una especie de depresión que no es tal, sino que resulta maquinaria del hombre, maquinaria de la minera El Teniente, pero no merma en nada su belleza. Parece milagro, pues, ¿cuándo la imprudencia del humano favoreció el verde de lo hermoso? Ésta es una de las excepciones. Puedes oler el tufo a limpio, a pureza, pero a la vez sabes que estás rodeado de grasa y de mierda. Ante todo, es difícil de explicar la relación entre cáncer y felicidad.

Me quedo solo, y debo estar al pendiente de unos doscientos metros de terreno. La gente me saluda cuando me ven en los atardeceres y en el amanecer de los días, y eso lo agradezco. 

A veces pienso que trabajar de nochero es el mejor brebaje para escribir sin simular estar haciendo otra cosa que no sea trabajar.


domingo, 6 de noviembre de 2016

Sueño con piedras

Asqueroso es tener que salir trabajar dispuesto.
Saludar con una sonrisa amarga,
una sonrisa pálida,
que estremece las cuatro paredes
en las que duermo, pues
ellas sí conocen la verdad.

Asqueroso es tener que vivir con un gusano que no conozco.
Saludarlo apenas, así 
por compromiso,
saludo apenas, 
saludo de aliento ahogado,
saludo de volumen apagado, pues
mis labios están apretados.

Asqueroso es ver cómo la gente es feliz.
Soy envidioso, entonces, de su ignorancia.
Todo lo sé y todo lo comprendo.
Y todo cuanto veo es desesperanza,
incluso,
para las cosas inertes, las cosas muertas,
como un piedra.

Encima de ellas quisiera dormir,
a ver si de alguna manera mi sentir
fluye en ellas y descubren mi pesar.

El pesar que tú, mujer, jamás
compartiste con este artista malnacido.
El pesar que tú, musa, jamás
viste en esta alma despechada.

El pesar que tú, perra, jamás
previste en mis poemas en soledad.
El pesar de estos poemas en silencio,
que no despiertan nada, ni besos.

Asqueroso es ver como todos sonríen.
Doloroso es estar consiente de lo que tú no.
Todo lo que sé es, como un purasangre,
lo que tengo delante,
y lo que tengo delante 
es la peor de las noticias.

Todos van a morir con los ojos abiertos
y con una sonrisa de mierda incrustada,
como la mejor broma del Guasón;
la diferencia es que a mí nadie
me ve la cara de huevón.

Quizás por eso ya no estés.
Te esforzaste en estar con quien no soy.
No soy huevón, en serio,
pero sí soy de cartón.
Débil y flágido. 
Con estos cuatro dedos de frente,
comprendí que no me sirvo a tu lado.
 
 


sábado, 5 de noviembre de 2016

Soñamos para vivir menos muertos

Hoy vi el brillar de tu despedida.
Me dolió la carne,
pero mis pasos dándote la espalda
fueron decididos.

Mas imaginé tus formas detrás,
secando la lluvia con tu antebrazo,
con el respirar ahogado
y el corazón roto.

Dicen que el amor es dulce,
pero ya no quiero verte triste.
La luna es testigo de que
las experiencias agitan el futuro.

Un gorrión tímido es capaz de alcanzar
sus sueños,
pero nosotros no somos capaces
de sonreír juntos.

Estamos heridos en sueños.
Soñamos para vivir menos muertos.
Andamos por hojas de otoño
para darle vida, color y sabor
al amargor.

Anoche vi flores adornando
tu piel mestiza.
Y yo, dándote la espalda.
Caminando hacia el sur,
soñando pesadillas de
torturas eternas.

Mas pensé en volver a tus brazos,
con un cigarro roto en mis labios,
considerando cuidar por siempre de ti.

Dicen que el amor es dulce,
pero a mí me hostiga.
Prefiero hacerte mía,
abierta de norte a sur,
pero mía,
y decirle al amor
que tú y yo somos algo más.

Que somos néctar
que mata al beberse.
De un color tan brutal y hermoso,
como Afrodita,
si quisiera ser una bastarda de mierda.

Te vi suplicar con lluvia en tus ojos.
Me vi arrancar con el corazón muerto.
Los demás fantasmas que pululan
por las calles estrechas de esta ciudad silente,
no nos ven.

Sólo nosotros sabemos de nosotros.
Fue de noche y me viste partir.
Llegué a casa y, con rosas negras en mano,
oí nuestras canciones.
Oí nuestras memorias.
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Obra registrada en Safe Creative. Derechos reservados.

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